Saturday, February 4, 2012

un desafío

La lucha para llevar mi traje para la nieve rosa neón y verde siempre estaba entretenido para mis padres y hermanos, pero muy pesado para mí. Era una niña gordita, pero nunca me preocupé porque no di cuenta de que mis muslos eran más grandes que los abdómenes de las otras niñas. Cuando empecé a interesarme por los deportes, sin embargo, me di cuenta que mi físico regordete no sería suficiente para las prácticas y juegos de fútbol de la YMCA.Mi carrera como futbolista comenzó en Houston, Texas, donde a la edad de cuatro años, era el mejor portero de mi equipo porque tenía coordinación mano-ojo. Aunque me encantaba el deporte, mi tamaño y asma interrumpió mi habilidad para jugar. Cuando me mudé a Chicago, me uní al equipo local de AYSO y se encontró muchas chicas que yo pensaba eran mis amigos. Eso fue hasta que me gritaron en el campo para mover.  




Quería un equipo más estructurado, y por eso, he probado para el equipo de fútbol de viaje cuando tenía nueve años. Había cuatro equipos, "A" es el más alto y "D", el más bajo. Un mes después de los entrenamientos, era devastada que yo no era tan bueno para ser en un equipo. En ese momento, a pesar de lo mucho que me gustaba el juego,  quería abandonar el fútbol. Recuerdo que pensé que mi barriga y los muslos de trueno nunca podría competir con los otros jugadores delgados y rápidos.Seguí con AYSO, no hacer la prueba para un equipo de viaje de nuevo hasta el séptimo grado. Los veranos llenos de campos de fútbol y clínicas valió la pena, como todos los años he mejorado, por lo que el equipo de C en el séptimo grado y el equipo B en el octavo. He perdido peso más y más, y era más fácil para correr arriba y abajo de los campos cada vez más grandes. Cuando mejoré, los juegos y prácticas fueron más divertido y gratificante porque sentí una conexión directa al resultado. Me pasé horas y horas practicando mis habilidades con el balón y el aumento de mi resistencia. Mi mejor recompensa llegó en mi primer año en GBS, cuando hice el equipo A.Hoy en día, a los diecisiete años, yo juego en el equipo de U-18. Cada domingo, juego de noventa minutos seguidos de fútbol duro, de deslizamiento, el buceo y la lucha contra los opositores.  Caminar fuera de la cancha después de cada juego, pienso en cómo he jugado y me recuerdo como difícil trabajé. Fútbol no sólo ha mejorado mi salud, pero también me ha enseñado la importancia de la perseverancia y dedicación. Sin este desafío en mi niñez, nunca aprendí como actuar en una situación difícil

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